La lluvia

No me avergüenza decir que la lluvia, a veces, me hace llorar.

La lluvia siempre me ha puesto triste y melancólica, no sé muy bien por qué, pero me apaga; me hace sentir cansada, con menos energía y pienso que no podría vivir en un lugar donde el cielo esté constantemente gris, con nubarrones acechando y con el suelo mojado por la tormenta día tras día...quizás todo sería más llevadero si tu, yo, nosotros nos encontrásemos en una pequeña cabaña en el bosque, en medio de la montaña...

Una cabaña en la que disfrutar del tintineo de las gotas chocando en esa antigua lata que nadie es capaz de tirar a la basura, viendo llover desde la ventana apartando esas pequeñas cortinas blancas que terminan en puntilla, cogiendo esa libretita en la que ir apuntando pensamientos...sabiendo que no es necesario volver. Que no es necesario salir para disfrutar del momento. 

Siempre he pensado que la lluvia viene para limpiar, para arrastrar todos tus pensamientos, tus tonterías, tus perder el tiempo dándole vueltas a cosas que no te llevan a nada...la lluvia llega y arrasa; de un plumazo. Se lleva las impurezas para que vuelvas a empezar, renovado, sin cargas, sin piedras en tu mochila...¿no crees? 

Quizás, desde hoy, sigas pensando que la lluvia no es más que lluvia o tal vez pienses que es como ese amigo que está ahí siempre o como esa goma de borrar tan suave que elimina lo que no sirve, lo que no quieres.

Piénsalo.

/ feliz miércoles /

_Silvia

Imagen: unsplash

PD: sino siempre podemos calzarnos unas botas de agua coloridas y olvidarnos de todo.